''JESUCRISTO ES EL VERDADERO DIOS''

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Elías, el Tisbita llamado hombre de fe


En su segundo encuentro con Acab, concertado por medio de Abdías su mayordomo, Elías propuso la gran concentración de los 450 profetas
de los falsos dioses Baal y 450 de Asera, para demostrar delante de todo el pueblo quién era el verdadero Dios. Los falsos profetas fracasaron, pero Dios honró a su profeta, y contestó su oración enviando fuego del cielo que consumió el holocausto y el altar de Jehová que Elías había reconstruido. Jehová es aclamado y Elías degüella a los profetas de Baal junto al arroyo de Cisón (1 R. 18:1-46). Elías predice que la lluvia vendrá.

No obstante, ni el pueblo ni sus gobernantes se arrepienten. La reina Jezabel trama la muerte del profeta, quien huye al desierto, donde, desalentado, desea la muerte. Un ángel alimenta al profeta y le fortalece para caminar cuarenta días hasta Horeb, el monte de Dios. Allí recibe una triple orden divina: la unción de Hazael y Jehú como reyes de Siria e Israel, respectivamente, y la de Eliseo como sucesor suyo (1 R. 19:1-17).

Eliseo, sucesor de Elias, no se aparta de éste. A la vista de cincuenta de los hijos de los profetas, Elías divide las aguas del Jordán con su manto y ambos cruzan el rió. Eliseo le pide tuna doble porción de su espíritu. Mientras hablan, un carro de fuego los separa; Elías sube al cielo en un torbellino y su manto es recogido por Eliseo (2 R. 2:1-12).

Elías es mencionado una vez en la época del rey Joram de Judá (2 Cr. 21:12-15), cuando después de su muerte se encontró un escrito suyo en el cual profetizaba la muerte de este monarca por suapartamiento de los caminos de Dios.

Los hebreos esperan el retorno de Elías, tal como lo predijo Malaquías (Mal. 4:4-6). También en el Nuevo Testamento el tema se repite (Mt. 11:14; 16:13; 17:10-13; Lc. 1:17; Jn. 1:21-25; Mr. 6:15). Esta visión de Malaquías nos afirma que Elías, como el enviado que ha de venir antes del "Día del Señor", tendrá la misión de preparar al pueblo para el advenimiento final de Dios. Junto con Moisés y Elías, serán dos testigos que profetizarán durante los días de muerte y resurrección al final del mundo (Ap. 11:3-13). Estas profecías, que están en parte por cumplirse, se han realizado en parte en los días de Juan el Bautista y de Cristo.

Juntamente con Moisés el legislador de Israel, Elías figuró al lado de Cristo en la Transfiguración (Lc. 9:30-33); en aquella ocasión "la ley y los profetas" se dan cita para manifestar al pueblo que las profecías se cumplen en Cristo y que Él es la plenitud de la ley.

Algunos testigos de la crucifixión pensaron que el Señor llamaba a Elías desde la cruz (Mt. 27:47-49).
Pablo recuerda la escena del Carmelo en Ro. 11:2-4, y Santiago (5:17, 18) destaca al profeta como ejemplo de oración, porque a pesar de estar "sujeto a pasiones como nosotros" Dios escuchó sus oraciones.

Elías está presente en casi todos los libros de la Biblia. Si Moisés fue el instrumento escogido por Dios para liberar a su pueblo y darle una legislación, resultado de la alianza con Él, Elías es el restaurador de esa alianza en los momentos cuando el pueblo desobediente quería escapar al amor de Dios desechando sus promesas.

El nombre de Elías aparece también aplicado a otros personajes en el Antiguo Testamento:
a) Un descendiente del patriarca Benjamín (Cr. 8:27). Era jefe de una familia que vivió en Jerusalén y era el quinto hijo de Jeroham.

b) Otro personaje con este nombre es uno de los israelitas que regresaron de la cautividad en tiempos de Esdras y que hubo de divorciarse de su mujer por ser extranjera (Esd. 10:21).




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